Político y abogado salvadoreño, nacido en Zacatecoluca en 1892 y fallecido en Managua en 1964, más conocido entre sus seguidores como "Don Pío", que fue presidente de la República de El Salvador entre 1927 y 1931.
Vida
Tras licenciarse en Derecho comenzó una brillante carrera como jurista. Su prestigio le permitió el acceso a la carrera judicial como magistrado de lo civil, puesto que desempeñó con notable éxito, al punto de que poco después fue nombrado magistrado de la Corte Suprema de Justicia, de la que llegó a a ser presidente. Durante el gobierno de Quiñones Molina (1923-1927) desempeñó los cargos de ministro de la Guerra y vicepresidente de la República.Presidencia
Fue designado por el mismo presidente para ser su sucesor, lo cual facilitó su elección. Pío Romero Bosque no era miembro de alguna de las familias latifundistas del país, así que Quiñones Molina pensó que sería fácil manejarlo, pero se equivocó en su apreciación. Sin embargo, desde el principio de su mandato, actuó de forma independiente y consiguió librarse de la tutela de la familia Meléndez-Quiñones, la cual era la dueña del país y cuyos miembros habían gobernado la República desde 1913.Su plan de gobierno estuvo destinada a impulsar el desarrollo económico de El Salvador y acabar con la corrupción existente en el seno de la administración pública, actuación que devolvió a la ciudadanía la confianza en el funcionamiento honesto de la la maquinaria administrativa. Su intención era introducir en el país el concepto de Estado liberal. Se encontró una situación económica bastante favorable, debido al elevado precio que tenía el café en el mercado internacional. Al sentirse burlado, el antiguo presidente organizó un golpe de Estado en diciembre de 1927 junto a Jorge Meléndez y otros miembros destacados de la oligarquía salvadoreña, a los que el presidente derrotó con el apoyo de ciertos sectores del ejército.
Con el fin de profesionalizar esta última institución creó la Escuela Militar. Trató de mediar entre las clases privilegiadas y las clases desfavorecidas de la sociedad, que reclamaban más derechos. Dentro de los límites que permitían su interpretación liberal de la economía tomó en 1928 una serie de medidas proteccionistas, entre la que se encontraban la exención impositiva por los ingresos por los cultivos de maíz, judías, arroz y algunos cereales. Ese mismo año aceptó la dimisión de su Ministro de Exteriores, José Gustavo Guerrero, quien había tenido un serio enfrentamiento con el secretario de Estado de Estados Unidos, Charles Evans Hughes, sobre la intervención norteamericana en Nicaragua, lo que enfrió notablemente las relaciones entre ambos países. A pesar de su política las protestas populares seguían produciéndose ante la falta de libertades democráticas. especialmente duras fueron las manifestaciones que organizaron los trabajadores urbanos, cuyo ejemplo fue imitado por los trabajadores de otros sectores de la economía.
La situación en la calle se hizo todavía más grave cuando en 1929 se produjo la crisis económica internacional. Los salarios empezaron a reducirse, aumentaron los despidos y los cafeteros, ante la bajada del precio del café, decidieron contratar muy poca mano de obra para la cosecha de 1929-1930. Esta situación desembocó en una gran marcha de obreros industriales y agrícolas en San Salvador. El presidente recibió a los representantes de los manifestantes, aunque no aceptó ninguna de sus propuestas. Por otro lado, Romero contaba con la fuerte oposición de las clases altas, que veían peligrar la mayoría de sus privilegios. Los latifundistas propietarios de las plantaciones de café crearon en 1929 la Sociedad para la Defensa del café, quien trataban de arrebatar al gobierno el control sobre el mercado del café, cosa que lograron.
Desde 1930 Romero Bosque tomó una serie de medidas para llevar a cabo una apertura democrática que pusiera fin a las protestas y restableciera las libertades constitucionales. De esta forma puso fin a largos años de dictadura encubierta. Permitió la organización de sindicatos rurales e industriales. En diciembre de 1930 decretó la expulsión del país de Agustín Farabundo Martín, líder del partido comunista, quien regresó en secreto en febrero de 1931. Convocó para 1931 las primeras elecciones presidenciales y municipales libres de la historia de El Salvador, a las cuales podían presentarse todos los partidos políticos que lo desearan, salvo aquellos que incluyeran en sus ideales el de acabar con el sistema político. Dio instrucciones a todos los gobernadores provinciales para que se mostrasen imparciales durante las elecciones y no diesen su apoyo a ninguno de los candidatos. En las elecciones presidenciales obtuvo la victoria el Partido Laborista, el cual estaba encabezado por Arturo Araujo. El golpe militar de 1932 le obligó a exiliarse en Nicaragua, en cuya capital falleció en 1964.
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