Se dice que, a finales del siglo XVI, se elevó una Iglesia dedicada
al Divino Salvador del Mundo en el misterio de su Transfiguración, pero
los constantes temblores no permitían ampliarla ni conservarla.
Conocida como la “Parroquia de San Salvador” o también como
“Parroquia El Sagrario” tenía como curas rectores a José Matías Delgado y
a Nicolás Aguilar en 1808, quienes históricamente se conocen como los
próceres independentistas. Según los registros, fue elevada a catedral
en 1842.
A causa de las inclemencias del tiempo, este templo se arruinó en
abril de 1854 y las autoridades capitalinas se vieron obligadas a
trasladarse temporalmente al municipio de Cojutepeque. Años más tarde,
otro seísmo redujo a escombros lo que quedaba de la catedral en marzo de
1873. Esta vez, el gobierno eclesiástico se trasladó a la Nueva San
Salvador.
En septiembre de 1877, se tuvieron iniciativas de edificar esta
iglesia por segunda vez. Esta se situó en la antigua ubicación del
convento y templo de Santo Domingo al frente de la Plaza Barrios.
Los datos históricos detallan que, en 1888, se inauguró el segundo
edificio con estilo romano.Se construyó de maderas finas, algunas
traídas del Líbano con el propósito que fuese más flexible ante los
movimientos telúricos. Se caracterizaba por albergar bellas imágenes,
ornamentaciones y retablos pintados por artistas salvadoreños. Sin
embargo, se redujo a cenizas tras un imparable incendio el 8 de agosto
de 1951.
Desde entonces se reunieron esfuerzos para construir la tercera
catedral de San Salvador. Se bendijo y se colocó la primera piedra en
octubre de 1956. Los trabajos fueron atrasándose a causa del conflicto
armado que vivió el país. No obstante, la obra se concluyó el 19 de
marzo de 1999 consagrándose y dando apertura al culto católico.
La Catedral presenta un esquema de tipo romano, de una sola nave
atravesada por otras dos laterales formando una cruz de proporciones
rectangulares que termina en un altar circular. Su arte fue forjado por
Fernando Llort quien realizó una mezcla entre la cultura occidental con
otros de raíces indigenistas, representando la integradora realidad
cultural del pueblo salvadoreño.
En el mural de cerámica se representa alegóricamente al pueblo de
Dios, el nuevo hombre y nueva mujer con los instrumentos que se utilizan
para su trabajo, también figuras celestiales como ángeles guardianes;
la paloma, símbolo de paz y la representación de la última cena de
Jesucristo.
En su interior se sorprenderá al ver la belleza y a la vez la
sencillez de esta edificación. Coloridos vitrales, ocho vistosos óleos
que retratan la vida de Cristo en el área del altar traídos de Pamplona,
España, e incluso cuatro preciosas esculturas de los evangelistas San
Mateo, San Lucas, San Marcos y San Juan.
En la parte central de la Catedral podrá apreciar la majestuosidad de
la cúpula. En ella se representa al cielo como un paraíso en el que,
junto a la Santísima Trinidad, San José y la Virgen María, participan de
la bienaventuranza de los ángeles y personas de todas las razas y
estratos sociales; se incluyen en ella animales y vegetación para
indicar el carácter universal de la redención de Cristo.
También podrá apreciar en una de sus capillas laterales la imagen con
la advocación de la Madre del Salvador, perteneciente al siglo XVII.
Ésta fue restaurada en territorio ibérico y fue donada a El Salvador por
la Reina Sofía de España en febrero de 2001.
Se recomienda que todo visitante complete su recorrido hasta la
cripta en la que encontrará los mausoleos de autoridades religiosas y la
sepultura de Monseñor Óscar Arnulfo Romero.
Esta es un relieve yaciente de bronce de 2.50 metros hecho por el
escultor italiano Paolo Borghi. La obra representa al obispo “durmiendo
el sueño de los justos”. Le custodian los cuatro evangelistas, como
“guardianes del profeta hasta la segunda venida de Cristo” que sostienen
los extremos de un lienzo que representa la Palabra de Dios y sobre el
que hay depositadas una palma y varias rosas.
En la parte izquierda de la cripta está una sucesión artística de 14
misterios del viacrucis plasmados en pinturas de Luis Lazo en 2010. Así
mismo hallará un destacable “Cristo Negro del Camino” en memoria de
Mauricio Duke Carazo, quien falleció en un accidente carretera a La
Libertad en junio de 1922. Esta fue una donación, en febrero de 2011,
por parte de sus familiares y representa al Crucifijo del Santísimo
Cristo de la Agonía de Limpias.
Anualmente, esta impetuosa edificación protagoniza “la bajada” del
Divino Salvador del Mundo, donde se celebra el misterio de la
Transfiguración cada 4, 5 y 6 de agosto, fiestas patronales de San
Salvador. En estas fechas, miles de salvadoreños se dan cita en el
Centro Histórico para presenciar esta costumbre heredada.
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