A las 10:55 de la noche del 16 de abril de 1854,
Domingo de Resurrección, un gran evento sísmico -anunciado desde el Viernes
Santo por sucesivas sacudidas y fuertes retumbos subterráneo - derriba por
completo a San Salvador. El foco de conmoción se ubicó al sureste de San
Jacinto, en la cadena situada al sur de San Marcos, con una magnitud probable
calculada en 6.6 grados Richter.
Los acontecimientos fueron registrados en el
Boletín Extraordinario del Gobierno Del Salvador No. 1, 1854: “la noche del
sábado fue tranquila lo mismo que todo el día domingo; el clima estaba en
verdad un poco ardoroso, pero la atmósfera era despejada y serena. Entró la
noche sin novedad en sus primeras tres horas; pero a las nueve y media un
fuerte temblor de tierra no precedido de ruidos subterráneos puso en alarma a
la población. Muchas familias salieron de sus casas a formar campamentos en las
plazas públicas, y otras se colocaron para hacer noche en sus respectivos
patios” (…) “Eran las 11 menos 5 minutos de la noche cuando sin precedentes
alguno de ruido, la tierra se conmovió con tal furor que en 10 segundos la
ciudad se vino a aplomo…”. A raíz del terremoto sufrido y sus consecuencias, el
entonces Presidente de la República Coronel José María San Martín, decidió
trasladar la capital de forma provisional a Cojutepeque y autorizó, el 8 de
agosto de 1854, la creación de una nueva capital a solicitud de los habitantes
de San Salvador en el llano ubicado en al Hacienda Santa Tecla. El 23 de
octubre del mismo año, se comenzó a hacer el trazo y delineación de la nueva
ciudad, en forma de cuadricula, y el 24 de diciembre del mismo año, se colocó
la cruz y bendición para iniciar la construcción.
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